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bienvenidos a la utopía

agosto 13, 2010



La palabra Utopía nace en el año 1516 cuando su creador la utiliza para titular su obra literaria más famosa, que describe un estado ideal. Tomas Moro inventa este vocablo compuesto por las palabras griegas U: no y Topos: lugar. O sea, no lugar, lugar que no existe, como nombre de un estado democrático situado en una isla, donde entre otras cualidades no existe la propiedad privada ni diferencias de clases sociales, se trabaja seis horas al día utilizando el resto para cultivar el espíritu y existe una total tolerancia religiosa. Quizás una fuente de inspiración para intentos concretos de utopías como ser el marxismo y el comunismo, quienes luego lo reconocieron como antecesor.
Ideas muy revolucionarias producto de una mente que desafió su época y que pese a ser un fiel colaborador de Enrique VIII, terminó decapitado luego de un ridículo proceso. A partir de Moro la palabra Utopía se sumo al léxico, siendo utilizada para describir obras posteriores y antecesoras a la suya, como ser La República de Platón, La ciudad de Sol de Campanella, Un mundo feliz de Huxley o la terrorífica 1984 de Orwell. El hecho es que la palabra utopía quedó signada de una connotación negativa. Pareciese que su significado refiriese a aquellos emprendimientos ajenos a la realidad que nunca van a poder llevarse a cabo, pergeniados por gente ingenua o soñadora. No creo que ese haya sido el significado que le quiso atribuir Moro, ni que Platón se sienta contento con darle esa connotación a La República.
Estoy convencido de que las utopías son posibles y eso es lo que da esperanzas al hombre. Toda mi vida me nutrí de ese conocimiento. Me atrajeron tanto las novelas como las personalidades que intentaron ir más allá. Hasta aquellas que por sus métodos puedan ser cuestionadas, caso Che Guevara.
Desde Platón, pasando por la inspiradora muerte de Sócrates, Tomás Moro, Espartaco y otra Ciudad del Sol, los hippies poéticamente retratados en Hair, … cuántas utopías ignoradas. 1984, Un Mundo feliz, The Wall, Fahrenheit 451, Yes y su The Gates of Delirium…cuántos mensajes holocuásticos no escuchados.
¿Es el destino de la humanidad transitar un camino del cual no puede escapar?
Aunque no comparta las definiciones que aparecen en algunos diccionarios, donde utopía llega a ser sinónimo de sueño irrealizable, sólo propio de aquello que pierden foco y se sumergen en una fantasía, no puedo ignorar que mi camino no parece encausarse hacia la realización de un cambio colectivo. A esta altura de mi vida, creo que la utopía radica en el cambio de uno mismo, y eso ya no es poco. Lucho contra fuerzas externas e internas muy perseverantes y fuertemente arraigadas. Cambiar es mi utopía, y respetando la definición de Tomas Moro, estoy hablando de un lugar que hoy no existe; no, que no pueda existir. De mi depende.

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