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Nuevo gobierno, nuevos billetes, y el eterno debate del diseño.

enero 16, 2016

Acaban de presentar los nuevos billetes de 200 y 500 pesos y los comentarios no tardan en llegar. Dividido el país como está, es muy tentador para que quienes están en contra de las nuevas políticas analizar cada detalle estético para criticar lo hecho, como así para quienes están esperanzados con los rumbos insinuados por el nuevo gobierno, festejar la desaparición -luego de tanto años- de los eternos próceres ocupando el frente de los billetes.

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Próceres, científicos, destacados de la cultura, zonas geográficas, fauna y flora… distintas tomas de partido que deberían responder a una idea concreta. El diseñador lo sabe y debería analizar con más profundidad; queda para el resto de los mortales el opinar con la “camiseta puesta”.

Al igual que los tan discutidos diseños de marca país, el papel moneda es una pieza clave en lo que hace a construir identidad. De hecho es el elemento gráfico que más circula, el más visto y usado, por lo que su diseño no debería estar determinado por decisiones arbitrarias.

El diseño de identidad de cualquier empresa debe responder a un claro entendimiento de lo que esa empresa es y quiere decir de sí misma; de igual manera sucede con la identidad de un país. Debería existir un proyecto país que incluya una misión y una visión de las cuales nazca una identidad, que gráficamente se vea plasmada en todos los soportes diseñados, incluidos, claro está, los billetes.

Entonces, la utilización de un prócer debe estar alineada a una intensión comunicacional, al igual que el cambiarlo por elementos de la fauna del país.

Desde el momento que existe el hecho gráfico, la comunicación existe; falta determinar si es intencional o no, si responde a una idea o a un capricho gráfico.

Existen ejemplos recientes, interesantes por demostrar que surgen de ideas claras. Y quizás justamente por estar objetivadas las ideas, las propuestas de diseño pueden transgredir los parámetros habituales que rigen este tipo de desarrollos.

Suiza es uno de los países más ricos del mundo, con una moneda fuerte y una economía increíblemente estable. Su papel moneda está diseñado en base a una estructura gráfica moderna, donde tanto el uso de colores, como de formas y tipografías roza lo transgresor. Ya desde la elección de las personas destacadas para cada denominación la toma de partido es distinta, desde artistas, (Sophie Taeuber, Jacob Burckhardt y Alberto Giacometti -escultor-, Charles Ferdinand -escritor-, la arquitectura representada por Le Corbusier, y Arthur Honegger, compositor).

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A principios del año 2005, la Banca Nacional Suiza lanzó un concurso de ideas para la creación de una nueva serie de billetes de francos suizos. Los proyectos debían responder al lema: “Suiza abierta al mundo”. El proyecto ganador corresponde al diseñador gráfico Manuel Krebs. Y no debería sorprender lo osado del diseño.

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Una de las monedas más fuertes transgrede los paradigmas gráficos del diseño de papel moneda, gracias a tener un concepto claro de lo que se pretende comunicar.

Y si Suiza es uno de los países más ricos del mundo, quien lo antecede es Noruega, país que de igual manera, y a través (nuevamente) de un concurso, rompe las reglas con un diseño vanguardista regido por un concepto muy conciso: el mar.

Y el resultado del concurso, también atípico, utiliza dos propuestas ganadoras combinadas. The Metric System y Snøhetta comparten la victoria y sus diseños quedarán estampados en la parte posterior y frontal, respectivamente, de los futuros billetes de la corona noruega.

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Durante el gobierno anterior se realizaron varios diseños que coexistieron con los billetes en curso ($ 50 Malvinas, $ 100 Evita), o tuvieron carácter conmemorativo ( $ 100 Madres de Plaza de Mayo). No se requiere mayor análisis para interpretar cuál es la idea, cuál es la identidad a la que responden. No se trata aquí de cuestionarla o no, simplemente de entender que existe un línea identitaria plasmada en el diseño de los billetes.

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Si esa identidad no está resuelta, poco importa la resolución gráfica, en todo caso, es un tema menor y dependiente.

Discutir de formas, colores o tipografías es insignificante frente a la toma de partido.

La pregunta es: ¿responderá este nuevo diseño del billete argentino a una idea clara? ¿Será una pieza gráfica perteneciente a un sistema de identidad, o será un hecho aislado y por lo tanto, caprichoso?

Personalmente, y desconociendo cuál es el proyecto país, me siento incapacitado para emitir una opinión. Y como bien ya insinué, el limitarme a un simple “me gusta” o “no me gusta” me resulta negar la esencia del diseño, por ende, bastardear a la profesión.

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From → diseño&negocios

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