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Distancias entre la educación y la vida profesional: La gestión. [primera parte]

septiembre 4, 2013

El 95% de los estudiantes de diseño proyecta su futuro laboral como profesional independiente.”

Dato obtenido en el Primer Censo de Aproximación a la Realidad del Diseño Argentino (https://jorgepiazza.wordpress.com/2010/08/13/entendiendo-el-mercado-del-diseno/)

Asisto como última oportunidad para encontrarle la vuelta al negocio”.

Muchas veces me he enfrentado a frases como esta tanto en las charlas como en las clínicas que vengo dictando desde hace ya unos cuantos años. Años que me permitieron entender que los conflictos de nuestra profesión en lo referido a convertirla en un negocio estable son muchos y de muchos.

De hecho, un porcentaje significativo del mercado está conformado por estudios que…

no saben presupuestar,

no saben delegar,

no planifican estrategias,

no tienen objetivos,

no conceptualizan un servicio,

no conocen el concepto de ganancia,

no reconocen un mercado,

no sistematizan procesos,

no saben vender…

entre muchas otras falencias referidas a su gestión. Lo que asegura un arduo camino de tropiezos que suelen terminar con un desgaste y un desánimo que destruye la pasión con que iniciamos nuestro profesión y muchas veces incluso la truncan.

Nuestras falencias de gestión son tanto innatas como no-adquiridas. Quienes decidimos vivir del diseño solemos tener naturales falencias para conceptualizar negocios. Pareciese que nuestra tendencia hacia la creatividad (palabra peligrosamente engañosa en nuestra profesión) es directamente proporcional a nuestras incapacidad para gestionar nuestro destino comercial.

Y la situación se agrava cuando esa deficiencia innata no encuentra solución al momento de capacitarse.

Muchas lecturas se pueden hacer al respecto, que van desde la dificultad que existe en encontrar docentes que puedan hablarle de gestión a los diseñadores, hasta ignorar la importancia de ese tipo de capacitación, desconociendo una vez más cual es el futuro de ese 95% de estudiantes que en breve deberán salir a hacer negocios con el diseño.

Pero, ¿cuál es la capacitación necesaria para que esta proyección se cumpla?

Un camino para interpretar este conflicto es a través de un análisis de los tiempos.

¿Cómo están conformados los tiempos en un estudio de diseño?

Somos un estudio de diseño que quiere diseñar, por ende necesita de clientes. Una visión simplista nos permite limitar esto al vínculo creado con el cliente a través de nuestro diseño. Nosotros, nuestro diseño y nuestro cliente.

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Sin embargo, todo desarrollo de diseño implica un proceso más abarcativo que incluye tiempos diferentes que van desde la gestión, tiempo dedicado al cliente, hasta el seguimiento de producción, aquellos momentos que estamos realizando un pie de máquina en una imprenta o controlando una sesión fotográfica. Este proceso lo llamaremos de aquí en más gestión externa.

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Pero estamos hablando de tiempos, y la gestión externa no va a ocupar la totalidad de nuestras horas. No va a pasar mucho que este estudio comprenda que los tiempos personales siguen existiendo. Peleando espacio con los trabajos también deberemos dedicarnos a nosotros (comer, algún llamado de un amigo, un cafecito cada tanto…).

Y el estudio, aunque pequeño aún, es una estructura que también demanda ocupación. Entonces, limpiar, pagar impuestos, hablar con el contador, entre otros, son tiempos obligados, aunque no siempre reconocidos como tales.

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Aquello referido al trabajo específicamente, lo que denominamos gestión externa, corresponde al tiempo rentable del estudio y tiene como característica la eterna urgencia. Entonces, denominamos urgente a todo ese tiempo que estamos trabajando en forma efectiva para un cliente concreto. Todo lo concerniente a nuestra persona o al mantenimiento de nuestra estructura es (por momentos) postergable, pero no ineludible. Por eso lo denominaremos obligatorio.

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Al decir forma efectiva y cliente concreto, estamos determinando que no entran dentro de esta categoría todos aquellos trabajos realizados a riesgo para potenciales clientes que nunca logran ser efectivos, ni los trabajos realizados para clientes efectivos que por alguna razón no llegan a buen puerto, osea, una factura emitida y cobrada.

Este estudio unipersonal trabaja de lunes a viernes, veinte días hábiles al mes, ocho horas por día, lo que significa ciento sesenta horas al mes. Al menos eso debería considerar, y de excederse, tanto sea en las horas como en los días, debería contemplarlo como tiempo extra y no como norma.

De esas ciento sesenta horas, dos y media, todos los días, están destinadas a cuestiones personales (almorzar, descansar, te, café o mate de por medio, un llamado, algún trámite personal, o las esperadas vacaciones) y podríamos promediar una hora más, si contemplamos todas las tareas que este diseñador tiene que realizar para su estudio (limpieza, pago de impuestos, etc).

Por lo que lo obligatorio asciende a setenta horas mensuales, quedando sólo noventa para lo urgente.

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Sin embargo, el calculo de tiempos participantes de nuestra ajetreada vida como diseñadores no termina aquí. Periódicamente surgen situaciones accidentales, los ya mencionados trabajos que quedan inconclusos, sin cobrar o con una paga menor a lo estipulado, a lo que deben sumarse factores externos al desarrollo del trabajo como ser los vaivenes de la economía del país, las posibles crisis o cambios de política del cliente, o incluso una enfermedad nuestra. Todo esto sucede, en muchos casos, sin previo aviso, e impacta en nuestro día a día por lo que lo denominaremos imprevistos. No es sencillo analizar algunas de las variables en juego, ya que los ritmos de los imprevistos son, justamente, imprevistos. Por ello parece conveniente promediarlos en función a la experiencia acumulada al menos a lo largo de un año.

Promediados, los imprevistos pueden estimarse en veinte horas mensuales, una por día. Tengamos presente que una enfermedad que nos aparta del trabajos tres días significa veinticuatro horas de imprevistos en ese mes.

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El espacio vacío en esta suerte de mandala de diseño corresponde como vimos al inicio a un tiempo ausente en muchos estudios de diseño. Me estoy refiriendo a lo que denominaremos importante.

Y lo importante, aunque constantemente desplazado, es justamente importante, por lo que debería tener un tiempo asignado y respetado.

Importante es aquel tiempo en el que nos deberíamos dedicar a elaborar una estrategia para nuestro estudio que responda a una idea clara de que queremos ser.

Conceptualizar al estudio como una idea, elaborar un plan de negocios, implementar estrategias y medir los avances en forma periódica implica una dedicación que traducida en tiempo debería no ser menor a diez horas al mes.

Por consiguiente, este estudio unipersonal dispone de tan sólo sesenta horas para dedicarse a lo urgente. Y lo urgente es lo que nos da de vivir.

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From → diseño&negocios

10 comentarios
  1. Danny permalink

    Esta buenísimo el artículo Abrazo grande!!!!

    Enviado desde mi iPad

  2. Un auténtico Piazza…
    y de paso FELIZ CUMPLE (atrasado, pero con el corazón)
    el Mario

  3. Imprescindibles los libros de Jorge…

  4. Eduardo Barron permalink

    Nuestra tarea conjunta en los Observatorios en PyMEs con relacion a la incorporación del Diseño, da una vision de estos desajustes en la profesión. Las mejoras y profundizacion en tu analisis de una vieja preocupación siempre arriba a nuevas dificultades. Felicitaciones

  5. Genialmente explicado, un aplauso y abrazo.

  6. Andre permalink

    wow!! genial y sobre todo muy claro, me encanta! estoy comenzando mi propia empresa y había un desorden increíble, esto es una tremenda ayuda, muchas gracias

  7. Y qué hacés con esas 60 horas? cómo llegás a fin de mes con 60 horas redituables?

    • Ivan, si aceptamos que ese es el tiempo real redituable, entonces lo que tenemos que hacer es entender cuales son nuestros costos fijos, cuál nuestra expectativa de sueldo (es parte de los costos fijos, desde ya) y qué ganancia pretendemos. De ahí en más es sólo una división para entender cuánto cuesta nuestra hora.
      Ahora, si dudamos que el cálculo sea realista, sólo basta analizarlo en la experiencia personal y llegar al número que corresponda.

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