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giralo, cambialo un poco y dale para adelante

abril 25, 2011

Uno de miles de ejemplos donde una parte o la casi totalidad de una imagen es reutilizada para recrear otra solución visual. En este caso la inspiración roza el robo, y para colmo, el recurso copiado es mal recreado, quizás para distanciarlo del original o quizás porque un cliente caprichoso pidió reemplazar el palo de amasar por un cuchillo que recuerda poco felizmente a Delicatessen. El hecho es que el cambio realizado a la imagen aparentemente original (palo de amasar por cuchillo) está formalmente mal resuelto, no respetando el estilo de la línea. De hecho, toda la línea de la imagen copiada está sensiblemente hecha… bosta (perdón, no se me ocurre un mejor adjetivo) posiblemente producto del proceso deficiente de robo.

Se pueden elegir muchos enfoques para analizar este recurrente tema de la apropiación de gráfica ajena por parte de nosotros mismos, los diseñadores (vale mencionar que la imagen robada fue publicada por un estudio de diseño en un sitio de marcas). Los aspectos éticos son los más debatidos, sin embargo, en este caso, me gustaría centrarme en el pobre manejo de la imagen copiada, que evidencia un reemplazo del proveedor indicado, o en su defecto, producto de un presupuesto modesto que impide la contratación del servicio de un ilustrador.

De ser el primer caso, lo que se puede presumir es que primó una tendencia (muy vista últimamente en lo diseñadores), a reemplazar el trabajo de los ilustradores por un manejo de programas gráficos que permite sostener la ilusión de que dominamos la ilustración. Todo esto en desmedro del resultado final, y obviamente de los ilustradores.

¿Qué nos hace pensar que podemos reemplazarlos con un simple manejo de ilustrator o photoshop?

Quizás el mismo razonamiento que le permite pensar al cliente que nosotros somos fácilmente reemplazables por una computadora y alguien que posea cierto dominio de programas gráficos. No sería esta la primera vez que hacemos algo que no nos gusta que nos hagan.

Ahora, de ser lo segundo, de responder a un bajo presupuesto que no permitió la contratación de un ilustrador, en ese caso, deberíamos aprender a decir: NO y encontrar una solución que este acorde al presupuesto.

Deberíamos acostumbrarnos a que de no haber presupuesto, no hay ilustración. Disfrazarnos deficientemente de ilustradores o fotógrafos para permitir que el cliente obtenga eso que quiere pero no quiere pagar no es muy sensato.

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